Los
ataques al PST se suman a la lista de crímenes de la Triple A
Dirigentes del MST, familiares de víctimas y apoderados del
ex Partido Socialista de los Trabajadores se presentaron ante Oyarbide. Reclamaron por quince asesinatos y una
desaparición.
Por Adriana Meyer.
Acompañados por una movilización que acudió a la
puerta de los tribunales federales de Retiro, dirigentes del Movimiento
Socialista de los Trabajadores (MST), familiares de víctimas y apoderados del
ex Partido Socialista de los Trabajadores (PST) se presentaron como
querellantes en la causa por los crímenes cometidos por la Triple A. Vilma Ripoll y Marcelo Parrilli
entregaron el libro Rastos en el silencio, que resume
los ataques de esa organización y de la dictadura al trotskismo
originario, además de una lista de quince asesinatos y una desaparición, y de
los atentados que sufrieron los locales partidarios. “Luchamos siempre en
soledad, pero por suerte ahora se considera a la Triple A como la antesala
del genocidio, por eso es importante la reactivación de esta causa, más allá de
las consideraciones políticas sobre por qué se hace”, dijo a Página/12 Susana Zaldúa, hermana de una de las víctimas.
El 4 de septiembre de 1975, Adriana Zaldúa,
su compañero Roberto Loscertales, Hugo Frigerio, Ana María Guzner
Lorenzo y Lidia Agostini terminaron de cenar y se
encaminaron a Petroquímica Sudamericana (hoy Mafisa),
a llevar el fondo de huelga que había recolectado para los obreros que estaban
en conflicto y ocupaban la fábrica. Pero nunca llegaron. Sus cuerpos
aparecieron a la madrugada con marcas de tortura en La Balandra, cerca del Río
de la Plata. Decenas
de adhesiones llegaron al local del PST y el Ministerio de Obras Públicas,
donde trabajaban Hugo y Adriana, se paralizó durante tres días como protesta.
El 5 a la
tarde, Oscar Lucatti, Carlos Povedano
y Patricia Claverie salieron hacia allí para llevar
volantes y participar de la movilización, pero tampoco pudieron arribar a su
destino. Los secuestró un grupo a bordo de un Fiat
125 y sus cuerpos aparecieron más tarde en un descampado de las afueras de La Plata. Sus compañeros
no pudieron despedir a estos ocho militantes por los rumores de una tercera
tanda de muertes.
El 29 de enero de 1974, la Triple A había difundido una lista en la que se
encontraban decenas de dirigentes y militantes del PST, entre ellos el entonces
jefe partidario Nahuel Moreno y otros referentes de
diversas organizaciones políticas y sindicales de oposición al gobierno de Juan
Domingo Perón y María Estela Martínez. Luego se sucedieron atentados y bombas
en los locales del PST en Mendoza, Bahía Blanca, Mar del Plata, Córdoba y
Tucumán. “Estos hechos demostraron que aquella lista de personas ‘condenadas a
muerte’ era, efectivamente, un objetivo que la Triple A se proponía
alcanzar”, dice el escrito al que accedió Página/12.
El asesinato de Inocencio “el Indio” Fernández fue la primera
muestra del terror que se acercaba. El partido se sintió amedrentado luego con
la masacre de Pacheco, en mayo de ese año, cuando un grupo paramilitar
ametralló su local y fueron asesinados Mario “el Tano”
Zidda (militante de secundaria), Oscar “Hijitus” Mesa (obrero de Astilleros Astarsa)
y Antonio Moses Bechara
(obrero de Wobron). En noviembre ocurrió el homicidio
de Rubén Boussas, Juan Carlos Nievas y César Robles,
y el 1º de febrero de 1976 fue secuestrado Juan Carlos Scafide,
quien permanece desaparecido. Un grupo de siete personas fue recibido por el
juez federal Norberto Oyarbide y por el fiscal
Eduardo Taiano. Además de Ripoll
y Parrilli, participaron los apoderados del ex PTS Luis Robles y Mario Doglio y
algunos familiares. La denuncia pide que se investigue el homicidio calificado
y la privación ilegítima de la libertad de Agostini, Boussas, Claverie, Fernández, Frigerio, Guzner Lorenzo, Loscertales, Lucatti, Meza, Moses Bechara, Nievas, Povedano, Robles Urquiza, Scafide, Zaldúa y Zidda. La presentación se suma a las que ya hicieron en ese
juzgado el Partido Comunista, el Centro de Profesionales por los Derechos
Humanos (Ceprodh), la Asociación de Ex
Detenidos Desaparecidos y la
Liga Argentina por los Derechos del Hombre.
“El próximo paso es que la Cámara Federal
confirme que los crímenes de la
Triple A son de lesa humanidad, al igual que los de la
dictadura, para que no prescriban”, afirmó Parrilli
al salir del edificio de Comodoro Py. Y Ripoll agregó que “la única garantía de que el juicio
continúe y se castigue a los responsables políticos, sindicales y empresariales
es seguir la movilización”. En ese sentido coincidió Susana Zaldúa,
quien aclaró que integró las filas del PST, pero ahora no tiene militancia
partidaria. “Sin movilización esta causa podría no tener el final que
esperamos, por eso hay que armar una comisión de familiares para sostener una
querella conjunta de todas las fuerzas políticas con los muchos que seguimos
abrazando la causa del socialismo y también con aquellos que no conocieron
siquiera la militancia”, exhortó la mujer, que recordó a su hermana como “una
dirigentita hermosa, dinámica y reconocida, a pesar de sus jóvenes 22 años”.