Juicio por la Verdad, Mar del Plata. 

 

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Lunes 5 de febrero de 2001
 Juicio por la Verdad, Mar del Plata. 
En la ciudad de Mar del Plata, el 5 de febrero, iniciando el juicio por la verdad, prestaron declaración testimonial el Dr. Alfredo Battaglia y el Sr. Julio César D´Auro ante el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, integrado por los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli.

Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata 

El Dr. Battaglia brindó un exhaustivo testimonio de las circunstancias de su secuestro y detención. En el curso de su testimonio el Dr. Battaglia manifestó que cuando se encontraba privado de su libertad su esposa pidió entrevistarse con el Coronel Pedro Barda y que allí había personas de Mar del Plata haciendo sala para hablar con el Coronel, observando la presencia del abogado Gustavo Demarchi. En los interrogatorios a los que fue sometido durante su detención nunca le preguntaron por el Dr. Centeno, deduciendo a preguntas que se le formularon que hasta ese momento no era considerado opositor al régimen. Sí le preguntaron por el Dr. Candeloro, con quien tenía un trato asiduo, agregando que era un gran muchacho que tenía mucha fe y que compartía el sufrimiento con la gente que sufría. Cuando bandas paramilitares, antes del golpe, lo fueron a secuestrar a Candeloro casi mataron al padre. Días después del golpe grupos de derecha uniformados con camperas negras fueron vistos en la zona de Tribunales, provocando a gente de otras ideas. Esos grupos estaban integrados por personas del CNU, que actuaron en el asesinato de Silvia Filler, y del CDO (Comando de Organización). La gremial de abogados por la que le preguntaban insistentemente estaba integrada por el Dr. Begue, actual juez penal, el Dr. Candeloro y el Dr. Andreotti Romanin. El Dr. Fertita fue detenido antes del golpe militar junto con un joven de apellido Soarez, a quien su progenitor le pidió que lo visitara en la Seccional Segunda donde se encontraba detenido. Los compañeros de Soares pretendieron liberarlo, lo que habría ocasionado la muerte de un policia por lo que su padre fue secuestrado por los grupos de derecha uniformados con camperas negras, siendo asesinado. Estos grupos eran el CNU y el CDO. Para los militantes de la izquierda era peligroso ir a la Fiscalía Federal. Allí vió armas sobre un escritorio de la Fiscalía. El Fiscal Federal era el Dr. Gustavo Demarchi. En la justicia federal lo trataban desconsideradamente, nunca obtenía noticias verdaderas del trámite de los expedientes. En la Universidad de Mar el Plata, tuvo que haber condescendencia para hacer lo que hicieron con Silvia Filler. La madre de Soarez le dijo que a su hijo lo secuestró gente con campera negra, que ello ocurrió en 1975 y que en la justicia federal se cajoneaban informes. Por expreso pedido del Dr. De la Plaza, se deja constancia que el Dr. Battaglia refirió que la lista preelaborada que tenía el Coronel Barda estaba integrada por los Dres. Begue, Salerno, Candeloro y Andreotti Romanín; entre otros que no recuerda.

Durante su declaración, el Sr. Julio César D´Auro, manifestó que en su lugar de detención se encontraba Armando Nicollella del CDO, que tenía un régimen privilegiado, veía televisión, usaba el baño del comisario y para disimular su condición se hacían simulacros de que era sometido a tortura, cuando por todos los allí detenidos se sabía que en esa dependencia no se torturaba sino que eran trasladados por la patota de las fuerzas conjuntas a "La Cueva" ubicada en el predio de la Base Aérea de esta ciudad. También estuvo detenido con Porte, con Rubén Starita y Eduardo Martinez Delfino, estos últimos desaparecidos, y con unas chicas, Maria Eugenia Vallejos, Margarita Ferre, Julia Barber, Luisa Bidegaín, quien tenia la nariz destrozada por los golpes recibidos. Tambien estuvo alli el Dr. Loyarte a quien habían torturado porque buscaban a sus dos hijas. Escuchó que el secuestro de Coca Maggi, lo efectuó un grupo de ultraderecha que podía ser de la Triple A y que se la llevaron de su oficina. Tortosa, florista de la catedral junto con su hijo, relató en una unidad básica que ambos vieron como se llevaban a Maggi, que eran docentes y estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Mar del Plata. Tortosa y su hijo, a los 15 días de este hecho, fueron secuestrado y asesinados. Cree que sus cadáveres fueron arrojados en el camino viejo a Miramar ó a Chapadmalal, que era la zona en la que la Triple A tiraba los cadáveres. Esto ocurrió en 1975. Tortosa no era un militante de izquierda, habia sido militante de la CGT tradicional y los mataron por lo que vieron. D'Auro jamás vio jueces en la Comisaria Cuarta. En el curso de su deposición expreso que en esta seccional estaba detenida una chica de apellido Echenique, que tenia familiaridad de trato con Cativa Tolosa. Ella no era encapuchada y salía a hacer recorridos para matar gente.


Lunes 9 de Abril de 2001
• Juicio por la Verdad, Mar del Plata

En la ciudad de Mar del Plata prestó declaración testimonial el Sr. Oscar Amílcar González en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata ante sus integrantes los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Nestor Ruben Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli.

Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata

El Sr. González manifestó que el golpe militar de 1976 fue un genocidio de ideas, se buscó exterminar determinado pensamiento, constituyó un genocidio ideológico. El principal responsable de esto en la jurisdicción Mar del Plata fue el Coronel Barda junto con todos sus subordinados y con la colaboración de algunos subgrupos como la CNU.

El instigador de su persecución antes, durante y después del golpe fue el Diario La Capital de Mar del Plata. González fue secuestrado en la tarde del día 25 de marzo de 1976 del local de la Secretaría de Trabajo local, ubicada en la Avda. Luro de esta ciudad, por un grupo de diez personas armadas, vestidas de civil. El Jefe del operativo era una persona alta, rubia y joven de unos veintiocho años de edad, quien increpó a los presentes manifestando: "retírense de aquí, somos del ejército argentino". A continuación lo subieron a uno de los tres autos con los que se movilizaban. En julio de 1976 José Luis Ponsico identificó a quien el día de su secuestro abrió la puerta de su despacho. Lo vió en la estación de servicio Basso Hnos. de Juan B. Justo y Tucumán. En 1982 Ponsico lo volvió a ver en el palco del estadio mundialista y pudo averiguar que era el "tano Nicola", a quien en alguna oportunidad también se lo vio conduciendo un peugeot color mostaza. Ponsico también individualizó al Jefe del operativo, Fernando Federico Delgado; ambos miembros del CNU. González cree que lo llevaron a un campo en la zona de la ruta 88, camino a Batán, sin tener certeza presume que puede tratarse de un campo perteneciente a la familia Bordeu, que según información que obtuvo en el exterior se habría utilizado como centro clandestino de detención. Allí lo metieron en una habitación, lo ataron a una cama con elásticos de metal y lo empezaron a torturar. Le metieron la picana en los ojos, en las orejas, en las encías y en el corazón. Los genitales le quedaron totalmente quemados. Tuvo dos paros cardíacos, múltiples desmayos, y diversas heridas. Además le partieron el paladar con la mira de un arma de puño. También le hicieron el submarino seco mientras le propinaban golpes en todo el cuerpo. Tuvo roturas de ligamentos en los tobillos y gangrena en las muñecas de las manos como consecuencia de haber sido atado con alambres a la cama. Orinó sangre durante tres o cuatro meses y, según le dijeron luego en Bélgica, era debido a una hemorragia hepática. También lo quemaron con cigarrillos. Había machismo y sadismo en estas acciones porque los torturadores disfrutaban con lo que hacían. Tiene la certeza de haber sido torturado por cuatro o cinco grupos diferentes, pertenecientes a las diversas fuerzas. Cree que el primer grupo que lo torturó era del CNU. Este grupo lo responsabilizaba a él de muchas muertes, mencionando reiteradamente la de Piantoni. Los otros grupos le preguntaban si él era el Jefe de los Montoneros o quienes eran los Jefes de los Montoneros con los que él se había peleado. Le preguntaban sobre un supuesto viaje a Paraguay para traer armas, y también lo acusaban del crimen del Coronel Reyes. Luego apareció un Oficial que le pidió que se aflojara y le leyó una nota que él había escrito en el diario La Capital y otra en un pasquín de la ciudad de La Plata en los años 59/60. Cree que este oficial era de la Marina. Este le dijo que si no les brindaba la información lo iban a matar. Escuchó una conversación entre un oficial y un grupo de tareas del CNU acerca de su DF (destino final): libertad, cárcel o muerte. El Oficial no quería entregarlo a los de la CNU y éstos le increpaban a aquél haberle prometido su muerte. Luego de esto fue sometido a una última sesión de tortura, también por integrantes del CNU y la golpiza fue brutal, lesionándole el hígado. Luego fue sometido a una parodia de fusilamiento: vino un supuesto cura, le colocó un crucifijo en el pecho y le dijo "venga a confesarse porque lo van a fusilar", lo levantaron de la cama y el cura lo acompañó afuera hasta que le dijo "porqué no me contás a mí lo que no le contás a ellos". Luego lo ataron a un árbol y dispararon las armas mientras se reían a carcajadas. Finalmente, luego de diez o doce horas de haber sido torturado, lo metieron en el baúl de un auto y lo entregaron a personas que estima eran integrantes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Fue una entrega formal y lo cambiaron de auto. Lo llevaron a una Comisaría, cree que puede ser el destacamento de Tucumán al 2800, donde funciona infantería. Allí un hombre empezó a limpiarle las heridas y la sangre que tenía pegada y le vendó la muñeca y los tobillos. En verdad lo estaba preparando para someterlo a una nueva sesión de torturas. Allí ya no tenia más fuerzas, no recuerda casi nada, lo subieron a un auto y se desmayó. Se levantó en los calabozos de la Comisaria Cuarta, era el amanecer del día 26 de marzo de 1976.

Continuando con su declaración, González manifestó que en esa época para publicar algo en La Capital había que pedir autorización militar. También relató que durante su secuestro y cautiverio le asaltaron la casa varias veces. Una vez un grupo armado entró y destrozó baleando su biblioteca. Su esposa, Graciela Lanfranconi, fue varias veces al GADA 601 a conversar con el Coronel Barda o con Costa y en una de esas ocasiones observó al abogado Cincotta con uniforme de fajina.

Barda afirmó ante organismos de prensa internacional "sobre González existen mas de treinta denuncias", González estima que todas provenientes del sector empresarial. El suboficial Néstor Racedo, alias "Pepe", manifestó "a González lo compromete su conflicto con el diario. En el directorio de La Capital hay gente muy allegada a los militares" . El estima que lo decía por el Dr. Cañón. En agosto de 1976 lo pusieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y lo trasladaron en un avión Hércules a la U9 de La Plata. Durante todo ese viaje tanto él como el resto de los detenidos eran amenazados con ser tirados del avión.

En el juicio laboral contra La Capital consta un oficio del servicio penitenciario donde se informa que había ingresado a la U9 proveniente del GADA 601.

Respecto de Ponsico, también periodista e integrante del Sindicato de Prensa, González quiere expresar que le salvó la vida, porque fue a él a quien se le ocurrió la idea de rastrear las Comisarias, ubicándolo finalmente en la Comisaria Cuarta. Ponsico le consiguió unos antibióticos y por intermedio del oficial Blaustein le fueron suministrados. Fue así como pudo curarse de la gangrena. Ponsico también se expuso entrevistando a todos los militares. En una ocasión el oficial de la marina Racedo, le dijo a Ponsico "Nachman está complicado porque es judío y comunista". Finalmente el Dr. Cañon lo expulsó del diario La Capital.

En la Comisaría Cuarta también estuvieron detenidas María Eugenia Vallejo, María Esther Martínez Teco, Lencinas, los abogados Rafaguelli y Garamendi, Augusto Basso de La Nación, el Dr. Loyarte y Starita. Los sindicalistas Comaschi, Cámara, Saravia y otros estaban en el destacamento 9 de Julio, adonde él fue llevado en mayo de 1976. En ese lugar los sindicalistas tenían comida, diarios, televisión, vinos, mujeres, etc. Eran colaboracionistas porque confraternizaban con quienes los tenían presos. Allí se hacían asados ente policías y ellos. En uno de estos asados el Subcomisario Acosta, Jefe del destacamento 9 de Julio, lo trató a él de comunista, y el único que se animó a desmentir esa afirmación fue Saravia. En uno de esos asados se encontró, con gran sorpresa porque allí no entraba nadie, con el abogado Jorge De la Canale, quien le dijo, "estamos haciendo cosas por ustedes, incluso por vos, a pesar que no sos de nuestro palo". El le contestó "dígame que hace usted en esta comisaría, porque ni mi familia me puede venir a ver" y el doctor De la Canale, contestó "acá yo tengo amigos". El doctor De la Canale se olvidó de esto pero él no. En el año 1984 luego de una entrevista radial en la cual González contó este episodio, el Dr. De la Canale lo fue a ver al sindicato de prensa, y era otra persona. Le dijo, "que no hablara de él, que estaba confundido". González, previendo cualquier consecuencia, convocó a algunos de sus compañeros para presenciar la charla con De la Canale, y éste delante de estos testigos admitió aquel encuentro. Respecto del Dr. Eduardo Cincotta, González afirma que despidió a su esposa, Graciela Lanfranconi, de la Universidad Nacional de Mar del Plata. El día 4 de octubre de 1975 el Dr. Cincotta la atendió en su despacho para notificarla de su despido, explicándole que obedecía a represalias "porque Amilcar despidió a uno de los nuestros", concretamente se refería a Oscar "Chiche" Alfonso, a quien el sindicato había impedido ingresar a Canal 8 por no cumplir con los requisitos establecidos en el Estatuto del Periodista. Este episodio provocó la pérdida del embarazo de su esposa, por lo que González afirmó que el Dr. Cincotta "le debe un hijo".

El 8 de octubre de 1976 ocho personas de civil irrumpieron en el departamento de Ponsico ubicado en calle Larrea 3186, piso séptimo, y de acuerdo a lo manifestado por éste, quien lideraba el grupo era el Dr. Cincotta. Allí se encontraban dos menores de dieciocho años, uno de ello de apellido Cingolani a quien colgaron de la ventana mientras amenazaban con tirarlo. Lo único que robaron fueron unos documentos que tenía Ponsico para cobrar por el juicio laboral contra La Capital por un valor actual equivalente a los pesos setenta mil. Estos chicos fueron encontrados por un vecino del departamento, que era el hijo de Gregorio Naschman, quien también reconoció a Cincotta. Este procedimiento pudo obedecer a dos motivos, como represalia por la muerte de Cativa Tolosa y para robar los documentos firmados por el Doctor Cañón por La Capital. González manifestó que para corroborar todo esto sería conveniente citar a José Luis Ponsico, quien le hizo saber su interés en prestar declaración. Su hermano también sufrió el asalto de su casa por un grupo del ejército y civiles. Una de las personas que comandó el grupo era el Dr. Cincotta, quien le puso a uno de sus hijos una ametralladora en el rostro, y también sabe que lo tenía en una lista de personas para matar. A Ponsico consiguieron sacarlo de esa lista.

González manifestó que el Dr. Candeloro era una persona excelente, que lo admiraba, que era un ser excepcional.

El 18 de marzo de 1978 le otorgan la opción para irse del país (art. 23 de la Constitución Nacional) yéndose finalmente a Italia el 21 de abril de 1978. Estuvo mucho tiempo sin poder ver a sus hijos: Julia y Tomás adolescentes, Manuel de cinco y la más chica de tres. A su hijo Manuel no lo vio durante siete años, lo mismo que a su madre y a su abuela. Luego vivió en Venezuela. En el exterior se entrevistó con el embajador Aguirre Lanari, quien le aconsejó que no viniera a ningún país limítrofe porque los informes sobre los supuestos subversivos con las listas estaban en todos lados. Esto le confirmó al declarante la existencia del Plan Cóndor. En el exterior pudo obtener muchísima información y documentación sobre la Argentina. En diciembre de 1983 regresó a Argentina y volvió al sindicato. En abril de 1984 el Ministerio de Trabajo le intervino el sindicato y la intervención fue operada por César Casatkin, que era de la UCR. La policía quería ingresar pero no la dejaron. Presentaron un recurso de amparo y el juez ordenó no innovar. El interventor asignado era Chávez, cuyo jefe era socio de Aldrey Iglesias. Cuando volvió al país pidió la reincorporación a Telam, y le contestaron afirmativamente, hasta que apareció el tándem, Roig - Aldrey Iglesias. El intendente Roig le mandó un informe a Alfonsín pidiéndole que no permitiera su reingreso a Telam porque era "peligroso para la ciudad", sacando cosas de la dictadura. Estima que dicho informe fue hecho por Gómez Muñoz, que era amanuense del diario La Capital. El Sr. Amilcar González continuó con su declaración manifestando que haría alusión al caso Filler dado que el mismo puede considerarse como paradigmático del poder de un grupo de derecha que instiga a un grupo armado para sacar del medio a los enemigos políticos. Aquí se origina su conflicto con el grupo CNU, porque él era el corresponsal del diario La Opinión. Los diarios locales con el típico temor provinciano de nombrar a los poderosos, trataban de filtrar información acerca del episodio en el que resultó muerta Silvia Filler, sobre todo porque estaba involucrado el Dr. Piantoni, miembro de una familia influyente de Mar del Plata. Los principales responsables del hecho fueron: Oscar Corres, Juan Carlos Gómez, Roberto Rodríguez, Eduardo Salvador Ullua, Horacio Raya, Beatriz Acenada , Eduardo Petrelli, Ernesto Piantoni, Alberto Dalmasso, Fernando Delgado, Peinado, Ricardo Scheggia, Rodolfo Cuadrado, Raúl Vigliso, Néstor Ullua y Adrián Freijo. Los doctores Candeloro, Ventimiglia y Juan Méndez se presentaron ante la justicia en representación de la familia Filler. Los presos por el caso Filler fueron liberados el 25 de mayo de 1973. La CNU nació en La Plata en el año 1968, su ideólogo fue Carlos Disandro, quien buscaba fortalecer la derecha para equilibrar a la juventud peronista. Era la versión fascista del peronismo. Con el transcurso del tiempo abandonó su ideología y se convirtió en una banda criminal muy peligrosa junto con la Triple A, a la que sólo le preocupaba colaborar con el ejército, la policía, y las fuerzas de seguridad. Que en las calles se veían pintadas como "cuidado bolches, CNU vigila. CNU no ha muerto. CNU sigue en la calle" . Sobre el ataúd de Piantoni juraron muerte de cien por uno en venganza. La línea armada operativa del CNU estaba integrada por Nicolella, Gómez, Nicolla, Durquet, Cincotta, Delgado y los hermanos Ullua, Eduardo Salvador y Néstor. El "indio" Castillo fue el jefe de la CNU en La Plata, ciudad en la que mataron muchísima gente. En el ´76 se encontró con el "indio" Castillo y con otros miembros de la CNU que estaban presos en la U9 con quienes compartió el llamado "Pabellón de la Patria", donde existía un régimen totalmente abierto. Oscar Chiche Alfonso era fotógrafo de La Capital y entregaba fotos a la policía, también trabajaba en la Universidad como contratado. En 1978 Alfonso y el Jefe de la Policía Federal local, Comisario Scarabiuk presionaron a Ribero y Calabrese, que habían quedado a cargo del Sindicato debido a su ausencia, con tomar graves represalias si no entregaban el departamento que él tenía adjudicado por el sindicato de prensa en el barrio Pellegrini. Así se lo quitaron y se lo dieron a Alfonso que todavía vive allí. Scarabiuk redactó un informe en el expediente nª 61753/79 para el Ministerio de Trabajo que fue utilizado en el expediente de despido de Julio Gallardo.

Durante su cautiverio Monseñor Rómulo García no quiso recibir a su hermano, alegando estar en un retiro. El día 23 de marzo de 1976 Rómulo García se reunió con el interventor de la Facultad de Derecho , Dr. Josué Catuogno seguramente para hablar del golpe. Monseñor Pironio tampoco era lo que decían. Simpatizó con la juventud hasta que advirtió que las cosas se complicaban, no quiso reunirse con él en el Vaticano por alegar que era subversivo.

A Pironio lo acusaban de ser Montonero, pero como dijo sólo tenía relaciones con los jóvenes. Recuerda que Monseñor Pironio había sido amenazado y le habían escrito pintadas intimidantes en las paredes de la Catedral que da a la calle Rivadavia. Los principales colaboradores de la iglesia con el régimen fueron Monseñor Plaza, Primatesta, Derisi, y Tortolo. Pero el mayor responsable fue Monseñor Pio Laghi, el nuncio apostólico, y que jugaba al golf con Videla.

González relató que como secuela de las torturas que le infringieron el día de su detención, tardó mucho tiempo en volver a caminar porque tenía los ligamentos de los tobillos rotos, el cuerpo se fue recuperando pero tiene muchas cicatrices. En Bruselas lo internaron y le diagnosticaron riesgo de esterilidad. Como secuela permanente sufre de un dolor muy fuerte en el cuello.


Lunes 16 de Abril de 2001
• Juicio por la Verdad, Mar del Plata

En la ciudad de Mar del Plata el 16 de abril en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata, integrado por los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Nestor Ruben Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli prestaron declaración testimonial el Sr. Oscar Amílcar González (continuación de la audiencia del 9 de abril) y el Dr. Garamendi.

Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata

El Sr. Amilcar González manifestó que la persona que intervino en su secuestro y a quien en la audiencia anterior identificó como el Tano Nicola, se llama Nicolás Cafarello. Recordó que en la Comisaria cuarta también estuvieron detenidos el Dr. Longhi y su esposa.

González expresó que el Golpe no habría sido posible sin la complicidad de abogados, jueces, periodistas y médicos. En relación a los abogados relató que pocos estaban dispuestos a firmar los habeas corpus y que los jueces no renunciaron a pesar de tener órdenes de no investigar ni intervenir. Así fue el caso del Dr. Hooft, quien según la declaración de Marta García de Candeloro, no se detuvo ni atendió a la misma en la ocasión de concurrir a la comisaria cuarta donde ella estaba clandestinamente detenida. Según González ello obedeció a que no le importó ó a que sabía lo que pasaba y no quiso investigar. En relación a los médicos, el Colegio de Médicos debería rastrear e identificar a los médicos que colaboraban con la muerte y desaparición de personas mediante la aplicación del Pentotal para los vuelos de la muerte. También afirmó que el Diario La Capital y su multimedio es lo que es gracias al golpe militar. La Capital lo despidió el 28 de marzo luego de intimarlo para que se presente a trabajar, aún cuando todos los empleados y directores sabían que estaba detenido en la Comisaría Cuarta. A José Luis Ponsico lo despidieron por hacer diligencias en pos de su libertad. Concretamente la gestión, en los primeros días de abril, ante el director de France Press, teniente coronel Amaya. El Dr. Cañón, por entonces integrante del directorio del Diario, le dijo a Ponsico "a mí no me costaría nada levantar el teléfono y acusarlo ante el coronel Barda", lo que le estaba diciendo es que si hablaba con Barda desaparecía. La indemnización de Ponsico se pactó parte en efectivo y parte financiado en pagarés los que fueron robados del departamento de Ponsico por orden de Cañón, la complicidad criminal de Barda y ejecutada por el Dr. Cincotta. En 1984 cuando volvió pudo incorporarse a La Capital y le contestaron que había sido despedido en 1977 y en la causa laboral el Tribunal por mayoría le falló en contra porque la acción estaba prescripta. Cuando se disponía a apelar la decisión, el expediente desapareció. Para González la censura en La Capital aún existe, basta con ello analizar la manera en la que se publicó la audiencia anterior donde se suprimió mucha información y se omitió referir a nombres alegados en su declaración; no se consignó el nombre del Dr. Cincotta, ni el del Dr. De la Canale, ni al represor Racedo ni sus críticas hacia el Diario La Capital. Contrariamente el Diario El Atlántico informó todo. Desde el punto de vista periodístico lo correcto hubiera sido reproducir lo manifestado en la audiencia y en todo caso en una nota editorial contrariar sus afirmaciones. Lo mismo hicieron en la audiencia donde declaró la Licenciada García de Candeloro, cuando se omitió nombrar al Dr. Hooft como el juez que no atendió a su reclamo ni comunicó la muerte del Dr. Candeloro a manos de las Fuerza Armadas, lo que ocultó durante tres años. Se deja expresa constancia que uno de los hermanos Ullúa, Eduardo, trabajaba en la Fiscalía Federal. El que daba las órdenes en el operativo de su secuestro era Delgado.

Posteriormente, finalizada la declaración del Sr. Amílcar González, declaró el Dr. Garamendi expresó que fue estudiante de derecho en la Universidad Católica hasta el año 1975. Ese año después de la muerte del estudiante "Pacho" Elizagaray se volvió a Necochea, su ciudad natal, por temor a las organizaciones de la extrema derecha que ya habían desatado una gran violencia en esta ciudad. En la Facultad de Derecho se sabía que había gente del servicio de inteligencia y partidarios del CNU trabajando en combinación. En Necochea desarrolló trabajo social y barrial con la Juventud Peronista. En la madrugada del 26 de marzo de 1976 fue secuestrado de su domicilio en un operativo realizado por fuerzas conjuntas de ejército y policía de la Provincia de Buenos Aires integrado por aproximadamente diez personas con uniforme de fajina y de policiales. El Comisario Vicarelli ingresó a su casa durante el operativo de su secuestro y lo llevo con una escopeta de dos caños metida en la boca desde el departamento hasta el camión. Este sujeto actualmente trabaja en la seguridad de supermercados Toledo de Necochea, tuvo un cargo municipal en el área de seguridad y fue implicado en causas penales por delitos comunes. Fue trasladado a la Comisaria de Villa Díaz Vélez donde fue interrogado mientras estaba esposado. El Comisario Vicarelli lo golpeaba con un palo o un fierro en tanto que los demás le pegaban trompadas y patadas. Este sujeto actualmente trabaja en la seguridad de supermercados Toledo de Necochea, tuvo un cargo municipal en el área de seguridad y fue implicado en causas penales por delitos comunes. Esa tarde fue trasladado a los calabozos de la Comisaria Cuarta de Mar del Plata junto con Oscar Basave y Mario Defrancisco. Durante los días siguientes eran sacados encapuchados hacia un lugar ubicado para el lado de Batán, una especie de quinta, donde lo acostaron en una cama elástica, lo ataron y lo torturaron con picana eléctrica. También le propinaron golpes y quemaduras con cigarrillos en las plantas de los pies. Luego lo llevaron en el piso de un coche a la Unidad Regional y de allí a una zona descampada donde lo sometieron a simulacros de fusilamiento. Allí mismo lo colgaron de las manos y los pies, dejándolo en dicha posición durante mucho tiempo, ocasionándole dolores insoportables. Se deja expresa constancia que en las sesiones de tortura le pedían los nombres de compañeros de la Juventud Peronista, por ejemplo le preguntaron por Juan Carlos Defrancisco, también lo interrogaban en torno a las actividades políticas y por militantes de otras organizaciones. En la Comisaria Cuarta estuvo con mucha gente de Necochea, entre los que recuerda a algunos de apellido Diez, Rafaghelli, Azcoiti, Díaz y Aníbal del Prado. También estaba una persona de Balcarce, de apellido Ottaviano, y Amílcar González, que estaba destrozado. También había una chica de apellido Martínez Teco. Uno de los policías era de Necochea, a la semana de estar en la Cuarta, se le acercó y le dijo que vivía cerca de la casa de un tío; por intermedio de ésta persona y a cambio de cierto dinero, su familia pudo saber donde estaba. Unos días después le hicieron escribir una última nota a su familia, y junto con otros cinco detenidos fue trasladado por error a la Unidad nº 2 de Sierra Chica. Inmediatamente, el día 1º de mayo de 1976, lo regresaron a Mar del Plata en un traslado donde el personal del ejército fue muy violento. Una semana después le avisaron que lo iban a fusilar en el próximo traslado y fue llevado al hangar ubicado al lado del aeropuerto de Camet, ascendido a un avión y trasladado con destino final a la Unidad nº 2 de Villa Devoto. Al tiempo fue trasladado por el Servicio Penitenciario Federal a la Unidad Penal nº 9 de La Plata. Fue alojado en el pabellón 1, conocido como el pabellón de la muerte, pues de allí fueron sacados Georgeades, Rapaport, Roberto Rufino Pyrles y Dardo Cabo. Todos ellos fueron fusilados, alegando las fuerzas armadas un intento de fuga que no existió. Fue liberado el 15 de enero de 1977 y por iniciativa de su madre fue a entrevistarse con el Coronel Barda. Un ayudante de Barda trajo una carpeta con sus datos donde constaba su nombre de guerra "Berto". El Coronel Barda en tono muy paternal, le aconsejo que estudiara, que volviera a la Facultad, y que cada tanto fuera a visitarlo. Era obvio que lo quería convertir en un buchón. Durante todo 1977 pasó a la clandestinidad en la ciudad de Buenos Aires y luego escapó a Brasil para de allí partir destino a Suecia donde arribó en marzo de 1978. A Pacho Elizagaray, lo mató –al igual que a las otra víctimas de esa noche- lo que en ese entonces todos identificaban como "La Patota", conformada por integrantes de la CNU, muchos de los cuales eran estudiantes de derecho, y policías como represalia por la muerte del doctor Piantoni. Esa patota también mató a los estudiantes Gasparri y a Stopani, éste último oriundo de Balcarce y de sobrenombre "Ceconato".


Lunes 23 de Abril de 2001
• Juicio por la Verdad, Mar del Plata

En la ciudad de Mar del Plata prestaron declaración testimonial el Sr. José Luis Ponsico y la Dra. María Eva Centeno en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata ante sus integrantes Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli.

Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata

El Sr. José Luis Ponsico manifestó que entre 1970 y 1976 integró la mesa directiva del Sindicato de Prensa de Mar del Plata. Asimismo entre 1970 y 1975 trabajó como empleado en el Juzgado Penal del Dr. Vallejo. A su juicio hubo en Mar del Plata un antes y un después a partir del crimen de Silvia Filler, sucedido a fines de 1971. Entre 1973 y 1974 dentro del movimiento peronista surgió una muy fuerte división entre peronismo de izquierda y peronismo de derecha, que decía representar la ortodoxia doctrinaria. Luego de la muerte de Perón se pasó a la violencia directa, reflejada en persecuciones y muertes de ambos bandos. El Sindicato de Prensa tenía posiciones fuertes y claras a favor del estatuto profesional y del mejoramiento de la situación laboral de sus empleados y obreros, por eso a los miembros de su Comisión Directiva los mandaban a perseguir o a matar. A partir del golpe militar los sectores del peronismo que ostentaban poder tuvieron manos libres para operar.

La tarde del 25 de marzo de 1976 Ponsico se encontraba en el Ministerio de Trabajo junto con Amílcar González y otra gente del sindicato cuando cayó una patota para secuestrar a González. Apareció un muchacho joven, de 1,75 metros de altura, de civil y con un fusil FAL en la mano que preguntó: "¿Quién es Vairo? ". Una persona, que era la que dirigía el procedimiento, preguntó desde atrás por el de Telam. Entonces González contestó "soy yo". Con el tiempo Ponsico supo que el primero se llamaba Nicolás Cafarello, alias "Tano Nicolla," y quien dirigía el procedimiento se llamaba Fernando Delgado. A González le apuntaron con una pistola en la cabeza y se lo llevaron. El interceptó a la patota abajo, en la escalera, ya que había descendido por otra y preguntó "¿tienen orden de detención? ¿quienes son Uds.?" y le contestaron "Córrase, somos del Ejército Argentino". Esto se lo dijo quien aparentaba ser el jefe de la "patota" y que después supo era Delgado. Se desplazaban en tres autos, cosa que vio desde la ventana del Ministerio junto a sus otros compañeros y a los azorados empleados. En uno de los cuales ascendieron a González y se lo llevaron. Ese mismo día Ponsico se dirigió al GADA y a la Unidad Regional IV pero no los atendieron. En realidad toda esta situación la vieron venir la misma mañana del golpe, sobre todo por los problemas que tuvieron con la CNU en la época del asesinato de Piantoni, que había sido imputado ideológicamente a González. En el diario la sensación en relación al secuestro de Amílcar González era de muerte. El hizo la crónica del secuestro y se la llevó al Jefe de redacción Oscar Gastiarena, quien le dijo "tengo que consultarlo, tengo una directiva que todo lo que tenga que ver con la detención de González lo tengo que consultar", en obvia referencia al doctor Cañón. Ponsico le contestó "esto es terrible, vos sabés lo que significa para Amílcar ". Gastiarena le aconsejó que fuera a la Unidad Regional para solicitar la autorización. Fue allí con la crónica en la mano y lo atendió el Teniente Coronel Costa, quien autorizó la publicación en el diario y le ordenó que dejaran de reunirse en el Sindicato, salvo para cuestiones atinentes al plan de vivienda y previa autorización. Según Ponsico en "La Capital" se estableció un antes y un después a partir del secuestro de González. Se dieron cuenta que el diario se había transformado en un campo minado, por lo que trataron de manejar todo lo referente a Amílcar por afuera del diario. Al tercer día del secuestro, el día 29 de marzo de 1976, recibió un llamado de la agencia Telam de parte de Jorge Dorcasberro, quien le dijo "González está detenido en la Cuarta y en muy mal estado, muévanse porque lo golpearon mucho". Por esto se contactó con un policía de la Cuarta, Marcelino Blaustein, a quien conocía de su paso por Tribunales. Se entrevistó con él junto con el hermano de González en dicha dependencia. Al principio negó todo hasta que se paró, cerró la puerta y le dijo "mirá flaquito, me juego la carrera, González está más muerto que vivo, lo estamos recuperando nosotros. Lo tiraron acá para que se muriera, el único que puede venir acá sos vos, ocupate de los antibióticos". A partir de ese momento, a cambio de dinero que juntaban mediante una colecta, iba todos los lunes a la media noche a llevarle medicamentos, ropa y alimentos a González. En una ocasión, mientras junto a otros compañeros juntaba el dinero para Blaustein en el hall del diario, pasó un Falcon color azul con cuatro o cinco personas en actitud amenazante. Pasó por segunda vez a los pocos minutos, por lo que en forma inmediata se dispersaron. Según le informó luego el turco Miguel, compañero de trabajo, ese Falcon estaba ocupado por Durquet, Ullúa, Gómez y Delgado, conocidos militantes de la CNU y grupo de operaciones y de tareas al servicio militar.

Ante la falta de respuestas en el ámbito local se entrevistaron en Buenos Aires con el Teniente Coronel Amaya explicándole la situación de González. A los diez días Amaya vino a Mar del Plata y se entrevistó con Barda pero como resultado de toda esta gestión la situación empeoró. Amaya les afirmó que Barda estaba influido por cierta gente que no lo quería a González y que incluso lo había retado y maltratado por haberse preocupado por el tema. La presencia de Amaya rebotó en el diario y lo que vino después fue una persecución terrible contra todos los miembros de la Comisión. En su caso esta persecución terminó con su despido del diario. Para Ponsico aquí funcionó el eje Barda-"La Capital". El directorio de la Capital era muy heterogéneo, por lo tanto Barda sólo hablaba con ciertos directores, concretamente con el doctor Cañón. En mayo de 1976 le mandaron el telegrama de despido. A raíz de una presentación del Dr Menéndez en su nombre, el Ministerio de Trabajo apercibió a "La Capital" por su despido y por ello tuvo un enfrentamiento y discusión con el doctor Cañón al tratar el pago de su indemnización. Cañón en una ocasión le dijo en todo amenazante "a mí no me costaría nada levantar éste teléfono y llamar a Barda". Una parte de la indemnización por despido se la hicieron efectiva en documentos, que luego le fueron robados de su domicilio el día 9 de octubre de 1976 a la madrugada, cuando cayó una patota. En esa ocasión él y su familia se encontraban en Buenos Aires. Esa noche hubo varios procedimientos como represalia por la muerte de Cativa Tolosa. El hijo mayor de Gregorio Nachman, vecino de Ponsico, se cruzó con la patota cuando se iba, y le describió a uno de los integrantes de la patota, resultando ser el doctor Cincotta. Esto fue corroborado por un sobrino de Ponsico, que se encontraba estudiando solo en el departamento y que fue maltratado por la patota. En este procedimiento le fueron destruídos los documentos para cobrar la indemnización, aunque luego "La Capital" le hizo otros nuevos. Un tiempo antes, a mediados de 1976 el sindicalista Bellini de UTEDYC lo llamó y le dijo "los árbitros de fútbol se reúnen acá hoy y hay dos que son informantes de la marina, trabajan en ESIM. A uno de ellos vos lo conoces bien: Bujedo. Pero el otro es más importante: Racedo". Ponsico conocía a Bujedo por su actividad como periodista deportivo. Allí mismo se reunió con Bujedo y Racedo, y este último le otorgó una entrevista en la Base Naval de Mar del Plata. En esa entrevista Racedo le dijo "González no es nuestro, es del Ejército, ustedes tienen que ejercer presión para que quede a disposición del Poder Ejecutivo, eso lo blanquea y le garantiza la vida. Con usted no hay nada." En esa ocasión lo llevo a una habitación contigua al despacho y le mostró un enorme cilindro de un metro ochenta de alto por un metro de ancho lleno de legajos, allí estaba la información de todas las personas que alguna vez tuvieron actividad política. La marina era mucho más profesional que el Ejército. Barda se manejaba con un servicio de inteligencia no profesional, con componente pasional, integrado por un grupo reducido de dirigentes de la CNU. Luego del procedimiento que la patota le hizo en su casa, se radicó en Buenos Aires. Una persona respecto de quien Ponsico prefirió reservar su identidad por la relación de amistad que los une, le explicó el surgimiento, desarrollo y división de la CNU en Mar del Plata. Le dijo que luego del golpe militar un grupo que apoyaba a los militares quedó muy pegado al Cnel. Barda, mientras que toda la parte política relacionada con el fundador local de la agrupación, Dr. Piantoni se abrió porque estaban en contra del golpe. Dentro de los que quedaron muy pegados a Barda estaban el doctor Cincotta, Delgado, Durquet, Ullúa y Gómez.

En la audiencia se deja expresa constancia que a partir de 1974 la CNU controlaba a la CGT y la Universidad. Ullúa era un clandestino, un "enganchado" en la justicia, más precisamente en la Fiscalía Federal a cargo del Dr. Demarchi. Su principal actividad era andar con la patota en el Falcon azul, y la designación que él o algún otro integrante de la CNU tuviera en la Universidad o en la Fiscalía Federal era una pantalla. Ullúa era un militante de la CNU con actividad político militar. Los grupos operativos de la CNU recibían protección de la CGT y la Universidad de aquella época, que habían sido ganadas por la derecha. Las autoridades de la Universidad durante 1975 protegían y estaban consustanciadas con las actividades de estos grupos.

Seguidamente, el Sr. Presidente, convocó a prestar declaración testimonial a la Sra. María Eva Centeno la que manifestó que su señor padre, el doctor Norberto Centeno desapareció por cuarenta y ocho horas apenas producido el golpe de estado. Posteriormente el 7 u 8 de julio de 1977 se produjo su secuestro y desaparición definitiva. Cuando a la mañana siguiente a tal hecho llamó un empleado del estudio, el Sr. Tomaghelli a su domicilio para avisar la modalidad de la detención fueron con su madre a la seccional primera a radicar la denuncia, que no fue recibida. Argumentaron para ello que debían esperar cuarenta y ocho horas de producida la desaparición. Por ese motivo concurrió a los Tribunales de Provincia a presentar un recurso de habeas corpus. Allí se encontró con la Dra. López Paz que la acompañó hasta el Juzgado de turno, que en ese momento era el del Dr. Pedro Hooft. Como allí le indicaron que no podían recibirle la presentación sin firma de letrado, el recurso fue firmado en la mesa de entradas por la indicada letrada ya que la declarante aún no había recibido su título de abogada. Le indicaron que esa era la modalidad del Juzgado. A la tarde del mismo día fueron con su madre al Colegio de Abogados y allí le manifiestan que el Dr. Bernal ya había hablado con el Coronel Barda quien le había manifestado que su padre había sido secuestrado por un grupo de Montoneros o del ERP. El cuerpo de su padre apareció en el camino viejo de Miramar, cree que el día 10 u 11 del mismo mes. Días después apareció en el auto de su padre el doctor Bozzi. El auto había desaparecido la misma noche, en un supuesto operativo en el cual habrían muerto tres individuos que no fueron identificados. Recuerda que en la época del secuestro de su padre, éste trataba de salvar lo que podía de la Ley de Contrato de Trabajo de su autoría y de la Ley de Asociaciones Profesionales, que habían sido suspendidas por la dictadura. Su padre comentó que a raíz de esto y de las reuniones que hacían en la Asociación de Derecho de Trabajo, fue citado por el Teniente Coronel Costa a la Unidad Regional Cuarta, quien le preguntó por el motivo de esas reuniones. A su padre este llamado lo alertó y preocupó a tal punto que le comentó a la Dra. López Paz que debían tener mucho cuidado. Sabe de rumores acerca de que ciertos abogados dijeron que su padre financiaba al grupo Montoneros, pero manifiesta que no puede creer en los mismos y mucho menos que ellos respondan a motivos espurios, como quedarse con los numerosos poderes sindicales que su padre representaba o con su lugar de asesor de la CGT nacional y local. Cree por el contrario que era ideológicamente inconveniente para la dictadura que a través de la jurisprudencia y las afirmaciones doctrinarias se mantuvieran los principios inspiradores de las leyes de protección obrera. Este era un motivo fuerte para provocar la desaparición de su progenitor por parte de grupos empresarios que veían en esto un obstáculo para la obtención de mayores ganancias. Lo único que supo del trámite de habeas corpus fue que había sido enviado a Campo de Mayo. En la causa penal que debió instruirse por el secuestro y desaparición de su padre ni ella ni su madre ni el personal del estudio fueron citados a declarar. No se realizó, por lo que sabe, autopsia sobre el cadáver de su padre.

Reanudada la audiencia, luego de un cuarto intermedio dispuesto durante la declaración del Sr. Ponsico, el Sr. Presidente del Tribunal dio lectura a sendos informes presentados por el doctor Néstor Rubén Parra y por el doctor Facundo Luis Capparelli, los que se incorporaron a las actuaciones por su estrecha vinculación con el objeto de este proceso. Ante lo informado el Dr. Portela expresó su repudio frente a actitudes y maniobras del abogado Demarchi y se solidarizó con los Dres. Parra y Capparelli en forma personal. Seguidamente el doctor Schiell en nombre de las entidades de Derechos Humanos manifestó su repudio frente a actitudes y maniobras del abogado Demarchi, puestas de manifiesto en dichos informes.