AUDIENCIA DEL 2001

 

-En la ciudad de Mar del Plata, Partido de General Pueyrredon, en instalaciones del Tribunal Oral Federal.

 

-Siendo las 12:20 se reanuda la sesión

 

Sr. Juez: Se reanuda la audiencia. ¿Quién es el testigo propuesto?

 

Sra. Abogada: La señora María Luz Montollo.

 

Sr. Juez: Buenos días. Tome asiento. Necesitaría saber sus datos, nombre, domicilio y profesión.

 

Sra. Montollo: Mi nombre es María Luz Montollo. Soy ama de casa en este momento. Vivo en Buenos Aires, Capital, en Benjamin Victorica 2726.

 

Sr. Presidente: ¿Usted fue víctima de actos de terrorismo de Estado?

 

Sra. Montollo: Mi esposo y yo. Presencié su secuestro en la casa donde nosotros vivíamos. Yo estaba embarazada de mi segunda hija, de Leticia.

 

Sr. Juez: Esto hace a las formalidades de su declaración. De todos modos tiene obligación de decir verdad. El Código Penal establece pena de prisión a aquellos que falseen a la verdad durante una declaración testimonial en una causa judicial. La invito a ponerse de pie a fin de tomarle juramento.

 

-La testigo se pone de pie

 

Sr. Juez: ¿Jura o promete por sus creencias decir la verdad de todo lo que se supiere y se le pregunte?

 

Sra. Montollo: Sí, juro.

 

Sr. Juez: Bien. Tome asiento. Por qué no nos hace un relato de los hechos que usted tomó conocimiento y oportunamente va  a ser interrogada.

 

Sra. Montollo: En octubre del ´76 yo estaba de licencia, trabajaba en el Hospital Privado de la Comunidad. Era empleada del servicio de Estadística de ese hospital acá en Mar del Plata. Y en la última semana de octubre, antes de tener a mi hija, el nacimiento se produce el 28 de octubre, unos días antes tanto –aclaro- Adrián (mi esposo) como yo, éramos militantes del Partido Socialista de los Trabajadores.

 

Sr. Juez: ¿Adrián?

 

Sra. Montollo: Adrián Sergio López. No estábamos teniendo actividad partidaria prácticamente debido a la prohibición y personalmente yo estaba de licencia, tenía otro hijo de un año, quince meses, y estaba embarazada de mi segunda bebé. Estando en casa, unos días antes del nacimiento de mi hija, viene a casa un compañero del partido, que es Ángel Prado, a quien le habían secuestrado su mujer, Norma Uder de Prado. Nos cuenta esto y nos empieza a contar que aparentemente están persiguiendo a chicos de la juventud del partido. Nosotros nos sentimos desorientados porque en lo personal, tanto Adrián como yo no teníamos una caracterización que nosotros como militantes del Partido Socialista de los Trabajadores, íbamos a ser perseguidos tan ferozmente, era una caracterización ingenua, no pensábamos que la dictadura militar iba a desarrollar la represión que después se desató. Y bien, ante eso lo hablamos con Ángel Prado y comentamos que nos teníamos que cuidar, que quizás era necesario mudarnos a algún lugar. Mientras tanto yo me descompongo y el 28 de octubre doy a luz en el Hospital de la Comunidad a mi hija Leticia. Estando en el Hospital me viene a ver Guillermo Verdini, un compañero nuestro, amigo personal de Adrián y yo creo que me viene a ver el mismo 28 de octubre y me comenta que él sabe que estábamos siendo objeto de persecución, que nos tenemos que cuidar. De todas maneras cuando viene posteriormente ese día y al otro día mi marido también, no sabíamos bien si es algo casual, no se nos ocurre, estábamos desorientados. Lo cuento para explicar cómo nos movimos nosotros. Cuando yo salgo del hospital a los tres días y vuelvo a casa, todavía estaba Ángel en casa pero me entero por ellos y por mi esposo que también había sido secuestrada en esos días Patricia Gaitán, una chica de la juventud del partido, que era menor de edad. Y en esos mismos días o en ese mismo momento desaparece Elena Ferreiro, otra compañera del partido que yo conocía, un muchacho que él se decía Javier y en realidad es José Martínez, que también en esos días desaparece. Desaparece también en esa semana –que son las cosas que me comenta mi marido- Gustavo Stati, que también era menor, que era de la juventud del partido. Y otro chico, Ostroyeski, que también era de la juventud del partido Socialista de los Trabajadores. Yo cuando salgo del hospital y voy a casa, mi marido ante todo lo que estaba pasando, me dice que si queda algún compañero para avisar, que realmente está habiendo una persecución hacia los compañeros del partido, va a tratar de avisarles y de ayudarlos para que se vayan de la ciudad. Nosotros teníamos un rastrojero diesel, y lo aclaro porque posteriormente me preguntan por esa camioneta, y entonces con la camioneta me dice que va a tratar de sacar de la ciudad a algunos compañeros a casas de familiares para que estén más protegidos. Lo hace así, me recomienda que me vaya a la casa de un familiar. Me voy a la casa de un hermano y a la casa de mi hermano vienen mis padres a buscarme y hablando que en realidad los domicilios familiares son todos conocidos, me convencen para que me vaya con los chicos a la casa de mis padres en la Avenida Jara e Ituzaingó, Jara 620 era el domicilio de mis padres. Y sería dos o tres días antes de la desaparición de mi esposo que fue el 8 de noviembre del ´76, cuando vuelve mi esposo y me dice que realmente lo que estaba sucediendo era algo organizado y programado, y que se estaba viniendo una represión muy grande en contra el Partido Socialista de los Trabajadores, que había algo organizado. Se comentaba que los servicios de seguridad –no sé porque tenía ese dato- pertenecían a la Base Naval -quizás por algún dato de algún compañero-, pero que antes de que venga a buscarme a casa de mis padres mi esposo, se presenta Guillermo Verdini, que había estado detenido, yo sabía que había estado detenido porque es uno de los que detienen también en ese lapso en que él me ve en el hospital y yo salgo después, y me dice que lo detuvo la policía, que después de lo llevaron a la Base Naval y allí está secuestrado hasta que lo sueltan, que lo largan. Y no me quiere dar más precisiones pero lo vi muy mal. Me dice que él con su señora –con Julia- se van a ir de la ciudad porque está todo muy mal con respecto a la represión y a la seguridad de todos nosotros. Comentamos que nosotros también nos vamos a ir y nada más. Y nos comenta que él era el único que conocía nuestro domicilio, en la calle Dellepiane y que él dice que no lo había dicho. Él era el único de los compañeros que conocía ese domicilio, porque nosotros hacía poco que estábamos viviendo ahí solos, en principio habíamos vivido en la casa de mis padres. En esos días hasta que desaparece mi esposo, damos vueltas sin saber qué hacer y tomamos la decisión de pasar por casa, el 8 de noviembre, a retirar cosas para irnos a la casa de algún familiar, en Buenos Aires o en Rosario. Decidimos dejar a mí hijo más grande de dos años -que me lo piden- con mis padres, para que yo pueda ir con la bebé y atenderla nada más que a ella. Y nos vamos a casa, en un horario que podría ser entre las dos y tres de la tarde, estábamos en casa decidiendo irnos, pero antes de irnos mi marido tiene que ir a buscar la camioneta –que la tenía el padre- y me dice: “Voy a buscar la camioneta pero antes quisiera avisarle a un compañero”, es otro compañero de juventud, Guillermo, que no es Guillermo Verdini, no me dice más nada, porque sé que acababa de salir del servicio militar, había hecho el servicio en la Base Naval –creo que alguien me lo dijo en ese momento, sino me lo dijo él- y querían avisarle que a él también lo podían detener y desaparecer, porque nosotros todavía no teníamos la palabra desaparecido pero sí sabíamos que los detenían y no se decía dónde estaban y que sí sufrían torturas, y de eso estábamos escapando. Ignorábamos hasta ese momento qué es lo que pasaría después. Y estando en casa, tocan a la puerta, atiende mi esposo que estaba por salir y yo escucho que dicen: "Policía”, que le muestran algo, como un carnet y el que se lo muestra es un hombre de unos 30, 34 años, rubio, ojos claros, más bien bajo, de contextura delgada. Y entran. Entra él primero que el que parecía que comandaba esta operación y entra atrás un hombre más grandote, como de más de 1,80 de altura, morocho, robusto, y enseguida un hombre delgado, morocho, con nariz alargada, muy violento, con los puños apretados, sin armas. Nos piden documentos, nos identifican y demuestran conocernos, porque a mí me preguntan si mis padres eran españoles, si vivían en Jara, demuestran conocernos. Veo que entran dos individuos más pero se me pierden porque están hablando conmigo y me piden documentos. Ven que mi hija está durmiendo en la cuna, en la habitación nuestra, me preguntan por ella, doy los datos, doy mi documento, me lo devuelven, y sé que entran por lo menos otros dos hombres y tocan las puertas y se fijan si hay alguien, pero no me revisan la casa, no me tocan ningún papel, y en un momento determinado yo -mientras están dando órdenes- pregunto por qué se lo llevan detenido a mi marido porque veo que lo están sacando por la puerta, y me dicen que lo van a interrogar y que lo van a tener más o menos una hora o un poco más, que suponen “que me lo van a mandar de vuelta” en ese tiempo. En un momento determinado que están entrando en las habitaciones a mirar, mi patio daba a la casa de al lado –que eran los dueños de la propiedad-, los señores Marín, yo le alquilaba a un matrimonio que el señor se llamaba Anastasio Marín, no recuerdo el nombre de pila de la señora. Y la señora se da cuenta de lo que pasa y aparece en mi casa, yo le aviso que le diga a su esposo o a alguien que llamen a mi casa y les cuenten lo que está pasando, porque por un instinto pienso en mi bebé, pienso que alguien tenía que saber qué es lo que estaba pasando. Ella dialoga con una de las personas, porque la escucho que le pregunta por la nena, qué es lo que iba a pasar, entonces el hombre rubio, que es el que parecía un oficial, que daba las órdenes de una manera muy fría, nunca me miró a mí, pero daba las órdenes, En ese momento le dice a los demás: “La señora se queda”. Entonces se retiraron. Yo sentí que ya había arrancado –mientras yo hablaba- un coche y sentía coches en marcha, como que estaban en la puerta. No me dejaban ir a la puerta y yo quise despedirme de Adrián, decirle algo y no me lo permitieron. Y se quedó ese hombre robusto, grandote, morocho.

 

Sr. Juez: ¿Estas personas estaban armadas?

 

Sra. Montollo: No. No hacían ostentación de armar. No empuñaron pistolas, no nos amenazaron. Yo permanecí..., porque me dijeron que no me tenía que mover de ahí, de mi domicilio, ni avisarle nada a nadie, entonces para asegurar eso me dice uno de los integrantes de este grupo, que se va a quedar conmigo unos instantes y se queda un poco más de media hora, quizás una hora, yo no puedo la verdad precisar ese tiempo, y me habla de cuestiones familiares, me pregunta cosas vulgares de mi familia, cotidianas, pero no me habla de ningún tipo de cuestión de por qué se lo llevan a Adrián, aunque yo se lo pregunté. Me dice que no me haga problema, que son averiguaciones de rutina que están haciendo los servicios de investigaciones por todas las actividades políticas ilegales. Y hasta que llega un momento que alguien le avisa de afuera que se puede retirar, entonces me dice que me quede en mi casa y que no vaya a ningún lado. Cuando yo siento los coches que se van, llamo a mi vecina, mi vecina se fija que se fueron los coches, me cuenta que había varios coches en la puerta, que era todo un despliegue de autos pero no sabía que tipo de autos eran, no me lo sabe decir, estaba muy nerviosa, y que había bastantes personas. Que no vio el momento en que lo subieron a mi marido porque tampoco la dejaron asomarse. Había sido un operativo. Yo hago todo lo contrario de lo que me dijeron.  Tomo a mi beba y me voy a la casa de mis padres. Hasta que hago esto pasan un par de horas, porque estoy en una crisis nerviosa, pero llego finalmente a mi casa, yo calculo sería alrededor de la 5 de la tarde. Y mi mamá que me estaba esperando -mi papá me había ido a buscar- me cuenta que había llamado Adrián por teléfono diciendo que estaba detenido y que me fueran a buscar, por eso mi papá estaba en viaje a la casa, yo me cruzo y llego primero. Porque él iba a tener una conversación telefónica conmigo y más o menos a la hora suena el teléfono y es Adrián. Adrián me llama y me dice que está detenido y su voz estaba completamente quebrada y entonces yo me doy cuenta que lo habían torturado. Yo la primera pregunta que le hago es cómo está en ese momento, hay un silencio y me dice: “Ahora estoy un poco mejor”. Le pregunto dónde está, hay un silencio y se escuchan voces atrás, como burlándose y le dicen: “Decile lo que se te cante, lo que a vos te parezca”. Entonces me dice: “Me parece que estoy en la Base Naval”. Y me dice que lo hicieron llamar, porque si me llama Guillermo Sheling, yo no tengo que decir que él está detenido porque su vida corre peligro. Y que haga lo posible para esperar ese llamado y que diga eso, que diga que está en cualquier otra parte menos detenido. Y ahí se termina la comunicación, nos despedimos y nunca más tuve noticias ni pude comunicarme con mi esposo. A partir de ahí yo estuve un mes, dos meses mal, pero después me recuperé y empecé a conectarme junto con mi suegra, con otras madres y familiares de chicos y chicas, militantes, ya sea del Partido Socialista de los Trabajadores, de la Juventud Peronista y de otras organizaciones que habían corrido la misma suerte que Adrián, y en el año ´77 nos empezamos a reunir para intercambiar información, todos los domingos con madres y familiares de desaparecidos en la Capilla Santa Ana, que estaba a media cuadra de mi casa, en la calle Ituzaingó esquina Jara. Allí me entero de otras desapariciones, yo allí me veo con la mamá de Guillermo Verdini, me veo con la señora de Stati, con la señora Ostroyeski. Después posteriormente conozco a la señora Segarra. Y muchas madres más, algunas que murieron y que no las tengo presente en este momento. Hacemos todos los trámites que se podían hacer en ese momento y los repetíamos aún con respuestas negativas, están presentados –tengo un resumen acá-

 

Sr. Juez: ¿Realizó gestiones judiciales?

 

Sra. Montollo: Sí, yo no las hice personalmente porque las madres y los familiares preferían que las hicieran las personas mayores por una cuestión de seguridad y las hizo mi suegra. Yo les daba todos mis testimonios y los presentaba ella en esos años. Presentó hábeas corpus, presentó notas a la Base Naval de Mar del Plata, y yo posteriormente viajé con mi suegro a la cárcel de Azul, porque se nos ocurría ir a las cárceles y preguntar si estaba detenido tal persona o tal persona. Obviamente llegamos a la puerta y no nos recibían. También viajábamos periódicamente a Buenos Aires e hicimos la denuncia en la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, en la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. Teníamos registrados en Familiares, en el Centro de Estudios Legales y Sociales, todos los organismos posibles de derechos humanos. En la Cruz Roja Internacional, en la Embajada Española, porque yo soy hija de españoles e hice la denuncia, porque mi familia quería que yo fuera para allá, me la aceptaron a pesar que él no tenía nacionalidad española e iba a ir a un archivo, había un reclamo a nivel internacional por el tema de derechos humanos. También lo presentamos el caso en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuando la OEA baja a la Argentina en el año ´79. Y nunca tuvimos ningún dato concreto. Sí tuve en realidad lo que a mí me parece, visitas policiales. Es decir, a mí me veían en la puerta de mi casa con los chicos, y alguien se paraba y me decía que me conocía por un primo, por esto o por lo otro y me ofrecía darme información. También les tengo que contar que yo durante los 15 días después recibí, no exactamente amenazas sino hostigaciones telefónicas por parte de los que se identificaban como de algún servicio de seguridad y que decían que lo tenían a mi marido y que si yo lo quería ver vivo los tenía que ayudar, y que si yo, si ellos me llamaban, que me iban a volver a llamar y si yo les daba nombres de compañeros del partido y dónde los podía ubicar, ellos podían hacer algo para liberar a mi marido. Pero esos llamados, los que yo me negué sistemáticamente a contestar, duraron una semana, quizás alguna otra vez más y no más. También fui seguida, yo en esos días del primer mes de la desaparición de Adrián, me seguían Ford Falcon oscuros, casi negros o de un color muy oscuro, y coches más grandes –que no sé la marca-, los primeros días a la mañana. Parecían coches que usaban los servicios de la Marina. Unos coches negros, grandes, largos. Me seguían cuando yo llevaba a mi nena al pediatra a los controles y yo me daba cuenta que me seguían a los distintos lugares de trámites que yo hacía. Después los perdí de vista o me acostumbré o no me di más cuenta o pasó lo que estoy contando ahora. Y tuve solamente un contacto, que es un contacto que lo conoce Julia Giacaglia, que fue esposa de Guillermo Verdini,  que aproximadamente a los dos años casi tres años de desaparición, no puedo precisar, pero por lo menos dos años habían pasado. Yo la veía muy poco a Julia. Me llama por teléfono y me pide encontrarnos. Nos encontramos. Y con ella estaba un hombre de unos 30 años, que ella me presenta como Oscar. Medio rubio, con canas. Después de saludarnos y demás, me dice que ella está con esa persona porque esa persona nos quiere ayudar. Que es una persona que en algún momento estuvo en algún servicio de seguridad, y me lo cuenta él. Empieza a hablar de una manera ambigua como hablaban todas las personas de la policía o de seguridad que yo me entrevistaba cuando iba a algún destacamento y no me decían nada concreto, si no que me decían generalidades, no eran objetivos. Entonces me decía que él había estado en algún servicio de seguridad y que inclusive había conocido gente que había estado detenida y que me podía dar información, que de alguna manera nos podía averiguar el paradero o lo que había pasado con ellos, y que a Julia le había dado el dato, le había averiguado –eso es lo que yo entendí- que a Guillermo Verdini lo habían matado. Yo me quedo muy sorprendida y recuerdo que dije: “Que terrible que lo hayan matado después de tanto tiempo de estar secuestrado”, porque yo pensaba que lo que me estaban contando, me lo estaba contando este señor por lo que había pasado en estos días y me dicen que no, que en realidad no habían sufrido porque los habían matado enseguida. Julia debe tener la fecha precisa, yo no la recuerdo, pero si ellos desaparecieron el 8 de noviembre, porque la última desaparición de Guillermo coincide con la de mi esposo Adrián, a los pocos días o al mes siguiente, no lo sé precisar, en realidad lo debe haber declarado Julia, no estuvo mucho tiempo desaparecido que lo mataron, eso es lo que decía este señor. Y que podían de hacer lo mismo de darme los datos de lo que había pasado con Adrián y con el resto de los desaparecidos. Pero para esto este señor me decía que yo le tenía que dar el nombre de la madre o del familiar que estaba a cargo de todas las reuniones que hacíamos los familiares para intercambiar datos o hacer averiguaciones o propagandizar o para que la gente se enterara de lo que estaba pasando con el tema de los desaparecidos y con toda esta terrible represión. Yo le contesté a este señor que bueno, que no me parecía conveniente porque ninguna madre iba a aceptar que se le dijera de una manera tan extraña, por ejemplo nombrarla a través de una carta, pero primero se tenían que contactar con una madre dirigente. Entonces no me pareció serio, me pareció una cosa policial, me pareció que en realidad este hombre estaba con nosotras por una cuestión policial, para ver en que estábamos nosotros, nada más. Y le contesté que ninguna madre iba a aceptar salvo que fuera una comunicación oficial sobre qué es lo que había pasado con sus hijos y que era imposible lo que me estaba planteando. De todas maneras él planteó que cualquier cosa que supiera nos lo iba a comunicar, pero nunca más recibí noticias de este señor. Este señor podría saber algo o no pero de alguna manera tuvo una conexión policial con nosotros. Lo que sí sacamos nosotros la conclusión obviamente con todo lo que pasó, es que no fue casualidad que las detenciones eran algo......

 

Cassette 2A

(Continúa la señora Montollo): Porque cuando se mandaban las cartas a la Base Naval la contestación era negativa y si no contestaban que había estado detenido no daban audiencia, a nosotros no nos dieron audiencia. Sí puede ser que algún grupo de madres o de familiares las hayan tenido. Yo tuve una entrevista con el Obispo García, con personas de derechos humanos, no acá en Mar del Plata, sí hice –no sé si lo declaré- al otro día o a los dos días de desaparecer Adrián hice la denuncia acompañada por mis suegros en la Comisaría Peralta Ramos, hice la denuncia de la desaparición. Ahí me dijeron que no lo tenían, me dieron a entender que había habido otros detenidos, pero que no lo tenían a mi marido y nada más. Yo para tener una constancia legal de esa denuncia, años después volví a esa comisaría, porque ese día estaba muy mal y no me dí cuenta que no me dieron ninguna constancia de mi denuncia, fui a esa comisaría y me dijeron que de esa época no había más nada, no trabajaba más nadie y que no tenían ningún dato y que si lo hubiera habido las personas que habían trabajado ahí lo habían quemado.

 

Sr. Juez: Trajo algunas constancias de todas las presentaciones, ¿las podría acompañar y ñuego le entregamos el original nuevamente?

 

Sra. Montollo: Sí, quiero aclarar que quizás mi suegra que vive en Rosario, la mamá de Adrián pueda tener algún tipo de documentación de notas presentadas y de pedidos y de reclamos, porque se hicieron más de lo que está ahí, pero en un momento lo centralizó.

 

Sr. Juez: Si las puede hacer llegar serían de utilidad.

 

Sr. Juez: ¿Su esposo cuántos años tenía cuando lo secuestraron?

 

Sra. Montollo: Nació en el 52, asi que tendría 23, 24 años. 23 años.

 

Sr. Juez: ¿El era de Mar del Plata?

 

Sra. Montollo: El era nacido en Rosario.

 

Sr. Juez: ¿Desde cuando estaba en Mar del Plata?

 

Sra. Montollo: Hacia varios años que estaba en Mar del Plata, los padres tenían un almacén...

 

Sr. Juez: ¿El colegio secundario lo hizo en Mar del Plata?

 

Sra. Montollo: Lo hizo en Coronel Vidal, porque hizo bachiller agrario, porque él quería seguir estudiando algo que tuviera que ver con agronomía, teníamos un proyecto de irnos a vivir al sur.

 

Sr. Juez: A Guillermo Shelling ¿de dónde lo conocía?

 

Sra. Montollo: Lo conocía mi marido del partido, yo lo conocía de vista del partido.

 

Sr. Juez: ¿Usted sabe qué pasó con Guillermo Shelling?

 

Sra. Montollo: Sé por la familia que no fue detenido, pero no lo ví más.

 

Sr. Juez: ¿El está con vida?

 

Sra. Montollo: Sí.

 

Sr. Juez:¿Qué otras personas del partido fueron secuestradas y desaparecidas en esa época, además de las que usted mencionó?

 

Sra. Montollo: Posteriormente, en el 77 detienen en Buenos Aires...

 

Sr. Juez:¿Perdón señora usted o su esposo lo conocían también a Daniel Nario?

 

Sra. Montollo: Sí, pero no era del partido. Nario era de la juventud peronista, la padres de Nario creo que sí, si es que no me confundo de apellido, los padres de Nario vivían cerca de casa.

 

Sr. Juez:¿Está segura?

 

Sra. Montollo: Creo estar segura, lo tendría que chequear, la mamá se llamaba Nina.

 

Sr. Juez: Le pregunto por Nario...

 

Sra. Montollo: Sí, era peronista, no sé si de la juventud o de otra organización peronista, yo no lo conocía del Partido Socialista de los Trabajadores, no lo conocía personalmente a él, sino a través de la mamá, que como era de mi barrio me cuenta lo que había pasado, pero no recuerdo...

 

Sr. Juez: ¿No lo asocia a Nario con Shelling?

 

Sra. Montollo: No. Es más a Guillermo Shelling lo conocía de vista en el partido, no tenía una relación como a lo mejor  por haber militado más con un compañero que con otro...

 

Sr. Juez: O sea, su esposo los conocía a ambos...

 

Sra. Montollo: Ignoro si mi esposo conocía a Nario, lo voy a aclarar, no lo recuerdo.

 

Sr. Juez: Yo la interrumpí cuando me iba a decir qué otras personas habían desaparecido, no coetáneamente y con posterioridad ...

 

Sra. Montollo: En el ’77, al poco tiempo desaparece Nacho Moreno, nosotros lo conocíamos por Nacho y desaparece en Buenos Aires. También sé que más tarde Angel Prado desaparece, pero mucho más tarde y de otros compañeros que no tengo presentes. Mario Rodríguez desaparece en el ’79 y yo lo conocía, pregunto por él y en una reunión familiar me lo cuentan cuando intercambiamos datos. Seguramente, no me viene a la memoria, pero muchos compañeros más. Son como veinte compañeros que yo recuerdo, que me lo fueron contando, no los nombres, recuerdo más estos porque eran de la época misma que desaparece...

 

Sr. Juez: Usted cuando dice que desaparece...

 

Sra. Montollo: Me refiero a que son secuestrados o detenidos que no aparecieron con vida

 

Sr. Juez:¿Tiene noticias de si alguno fue secuestrado y sí apareció con vida?

 

Sra. Montollo: Sí. Gabriel, pero yo no lo conocí en ese momento de militancia del partido, era un compañero del partido, creo que de juventud, era bastante más chico que yo, pero sé que el estuvo detenido y apareció.

 

Sr. Juez: Este muchacho Guillermo Shelling, ¿sabe si se quedó en Mar del Plata o se fue?

 

Sra. Montollo: Se fue de Mar del Plata, él de alguna manera se enteró lo que había pasado con los chicos, en realidad yo creo que mi marido lo había contactado para encontrarse y avisarle qué era lo que estaba sucediendo, porque él no estaba militando, no estaba en contacto con los chicos porque terminaba de hacer el servicio militar.

 

Sr. Juez: Porque usted dijo en su momento que su marido, el mismo día que lo secuestraron quería avisarle a un compañero...

 

Sra. Montollo: Y era este muchacho, que después saco la conclusión porque me lo empiezan a preguntar por teléfono.

 

Sr. Juez: Este era el Guillermo que su marido quería avisarle...

 

Sra. Montollo: Exactamente, que él me decía “no es Guillermo Verdini, es otro de los compañeros que se llama Guillermo”. Ahí me entero del apellido, porque él me lo dice.

 

Sr. Juez:¿El nunca se comunicó con usted?

 

Sra. Montollo: Sí, en una oportunidad me saludó por teléfono...

 

Sr. Juez: Muchos años después...

 

Sra. Montollo: ¿Muchos años después?

 

Sr. Juez:¿Está en Mar del Plata?

 

Sra. Montollo: Que yo sepa no, creo que ni siquiera está en la Argentina. Pero no lo volví a ver.

 

Sr. Juez: La persona a la que hizo referencia de nombre Gabriel, ¿recuerda el apellido?

 

Sra. Montollo: No lo recuerdo, pero debe estar asentado. Es más yo a Gabriel no lo recuerdo de mi época de militancia porque es más chico que yo. Por eso supongo que estaría en juventud o como no conocía personalmente a todos los militantes del partido con nombres y apellidos. No los ubico.

 

Sr. Juez: Por la circunstancia que sea ¿usted se enteró del apellido de este señor Oscar?

 

Sra. Montollo: Creo que Julia me lo dijo, pero no lo recuerdo, es la misma persona que nombró Julia, me estoy refiriendo a Julia Giacaglia.

 

Sr. Fiscal: Usted relató que en el momento que se presentan estas personas en su domicilio cuando ustedes se aprestaban a irse de la ciudad de Mar del Plata...

 

Sra. Montollo: En realidad primero se iba mi marido a buscar el coche y después me venía a buscar y quizás encontrarse con este muchacho Guillermo.

 

Sr. Fiscal:¿Usted puede precisar cuántas personas eran en total?

 

Sra. Montollo: Que yo visualicé, cinco. Pero sentí voces, como que había más gente afuera, de tres tengo el perfecto recuerdo de ese momento grabado, de los otros dos no. Estaban todos vestidos de civil y el que comandaba el operativo era ese hombre rubio de ojos claros, no muy alto, más bien delgado.

 

Sr. Fiscal: ¿Usted se entera que se lo están llevando a su marido porque escucha ruidos de autos afuera y que cuando se produce esto hay gente que había ingresado que se queda con usted...?

 

Sra. Montollo: Sí, haciéndome preguntas sobre mi familia, sobre mis hijos, pidiéndome los documentos...

 

Sr. Fiscal: ¿De esa conversación que usted mantiene con estas personas, le permite sospechar a qué fuerza pertenecían...?

 

Sra. Montollo: Yo pienso que pertenecían a la marina y era una sospecha porque ya en algún momento Adrián me había comentado que la marina estaba buscando compañeros del Partido Socialista de los Trabajadores, desconozco como él lo sabía, probablemente por relatos de otros compañeros. Aclaro que la persona no actuaba como un policía de una comisaría, el tiempo me dio la experiencia de saber cómo era el actuar de ellos, él actuaba como un oficial de una fuerza, no actuaba como un policía de una comisaría. Alguna de las personas de seguridad que estuvieron ahí, uno fue este hombre alto, morocho, grandote, que se quedó conmigo en casa me hablaba en tono amable, en cambio había sido muy agresivo el otro que me había pedido los documentos, como que había uno bueno y otro malo. Este señor grandote me dijo que no se acostumbraba al clima de Mar del Plata porque a él lo habían traído a hacer trabajos acá y era del norte, era norteño, era una persona morocha.

 

Sr. Fiscal: A partir del contacto que tuvo con las personas del partido que usted dice que luego desaparecieron o pudieron ser secuestradas, ¿hay algún tipo de coincidencia respecto a la fuerza de seguridad que lo había secuestrado?

 

Sra. Montollo: Sí, en los relatos que me hacían decían que era la marina, a los compañeros, a casi todos los llevaron a la Base Naval. Yo estaba convencida que era la Marina y estaba convencida que estaban en la Base Naval, sigo convencida, lo que pasa que en el tiempo se me desdibujaron un montón de cosas, datos, pero estoy convencida.

 

Sr. Fiscal: Usted dijo que alguna de estas personas del PST secuestradas luego obtuvieron la libertad.

 

Sra. Montollo: El caso de Gabriel y otro compañero Adalberto, pero no me acuerdo los apellidos porque de esto me entero hace poco tiempo, no los conocía a ellos.

 

Sr. Fiscal: A partir de este dato que usted obtiene ¿le fue posible conocer en qué lugar estuvieron detenidas estas dos personas?

 

Sra. Montollo: A Gabriel lo veo en Buenos Aires y en un momento me dice que el tiene un recuerdo de Adrián y que le parece haber escuchado la voz de él, que no me lo puede asegurar, pero que le parece.

 

Sr. Fiscal:¿Y en qué lugar había estado detenido, secuestrado?

 

Sra. Montollo: En la Base, también me dice Gabriel, que a él la persona que lo detiene o que comanda el operativo para detenerlo era una persona rubia de las características que yo le describí y una persona morocha, pero el me refiere que le parece que era Giacchino y yo vi fotos de Giacchino y no lo puedo asegurar, o sea que a lo mejor no era la misma persona. El estaba muy convencido que era Giacchino. Lo que sí coincide en los relatos es de una persona rubia, con una persona alta, grandota, morocha.

 

Sr. Fiscal: Usted además de Gabriel acaba de mencionar una segunda persona, Adalberto. ¿Usted toma contacto con esta segunda persona?

 

Sra. Montollo: Sí, telefónicamente como para saludarnos, pero...

 

Sr. Fiscal:¿No le cuenta donde estuvo secuestrado?

 

Sra. Montollo: No, él tampoco nos conocía a nosotros. Gabriel sí estuvo en la Base, porque tuve una conversación más larga con él.

 

Sr. Fiscal: Usted hizo referencia a que hicieron algunas presentaciones, entre ellas al Jefe de la Base Naval de Mar del Plata para que les indicaran si su marido permanecía secuestrado o detenido en ese lugar.

 

Sra. Montollo: Sí, lo presentó mi suegra, las presentaciones eran en conjunto con el resto de las madres y la respuesta en el caso nuestro fue negativa. También se hicieron presentaciones en el GADA y en el Ministerio del Interior casi todos los años y siempre contestaba negativamente, creo que alguna vez contestaron –tendría que pedírselo a mi suegra- que ni siquiera estaba buscado.

 

Sr. Fiscal: En el caso concreto del informe o la contestación que realiza la Armada, ¿usted recuerda quién es la persona que informa?

 

Sra. Montollo: No, pero debe estar la firma en lo que yo presenté recién, está en uno de los documentos que están ahí, sino lo tendría que pedir a Rosario a mi suegra, porque ellos han centralizado.

 

Sr. Juez: Las Organizaciones pueden preguntar.

 

Sra. Abogada: Nosotros queremos que se deje constancia de los nombres que dio la señora al principio. Se los voy a nombrar: Berdini Carlos; Ferreyro Elena Alicia; Gaitan Patricia; Martínez José; Otrowisky David; Prado Norma y Gustavo Stati. Una pregunta, con respecto a Guillermo Shelling, ¿puede ser que viva en España?

 

Sra. Montollo: Sí, puede ser, yo sé que había ido a España en algún momento, no sé si después volvió, acá en Mar del Plata no vive.

 

Sra. Abogada: Usted refirió que Patricia Gaitan y Gustavo Stati eran menores, ¿podría decirnos que edad tenían?

 

Sra. Montollo: Yo sé que Patricia tenía 17 años y uno de los comentarios era que como eran menores a lo mejor se sabía el paradero y Gustavo había salido recién del secundario, más o menos tendría la mima edad, eran menores, no tenían 18 años, eso era lo que manejábamos y a lo mejor por ser menores podrían aparecer.

 

Sra. Abogada: Quiero que se deje constancia de quienes eran los menores. Cuando usted habla de Gabriel, ¿el apellido podría ser Dellavalle?

 

Sra. Montollo: Sí, puede ser.

 

Sra. Abogada: Cuando usted hace referencia al señor Oscar, ¿puede ser que el apellido sea Pisani, que se refiera a Oscar Pisani?

 

Sra. Montollo: Creo que sí, que Julia en algún momento me lo dijo.

 

Sra. Abogada: En caso de que se pudiera contactar con este señor, Oscar Pisani, ¿lo podría reconocer?

 

Sra. Montollo: Es probable.

 

Sr. Fiscal: Para una pequeña aclaración, tengo entendido por lo que usted dijo que Adrián llamó a la casa de sus padres en dos oportunidades.

 

Sra. Montollo: Así es, en mi casa no tenía teléfono en la calle Dellepiane y ...

 

Sr. Fiscal: Por sus padres ¿usted se entera cual es el contenido de la conversación que mantiene por primera vez?

 

Sra. Montollo: Sí, me dicen que llamó, que les cuenta que está detenido y que me vayan a buscar porque yo había quedado en mi casa de la calle Dellepiane, que me traigan a su casa de la calle Jara porque él me iba a llamar otra vez, en otra oportunidad, yo me cruzo y recibo la llamada que él decía.

 

Sr. Fiscal: ¿En la primera oportunidad sus padres nunca le comentaron a usted si Adrián había indicado el lugar de la detención?

 

Sra. Montollo: No, no dijo nada en ese primer momento, mi mamá se sorprendió y no atinó a preguntarle nada.

 

Sr. Fiscal: En la segunda vez cuando usted atiende el segundo llamado de Adrián, que le manifiesta que está detenido, que según usted tenia la voz quebrada, usted le pregunta en donde estaba y dijo algo sobre las voces que escuchaba atrás...

 

Sra. Montollo: Cuando él hablaba se sentía voces que le decían lo que tenía que decirme, le dirigían la conversación, no estaba solo, obviamente.

 

Sr. Fiscal: Usted en relación a esta respuesta dirigida que formula su marido, cuando dice “me parece que estoy en la Base Naval”, ¿usted entiende que efectivamente estaba diciendo la verdad o las personas que estaban con él podrían estar desviando la respuesta?

 

Sra. Montollo: No, yo creo que él estaba diciendo la verdad y que él de alguna manera calculó, no creo que lo hayan paseado mucho y que lo llevaron directamente de casa a la Base Naval, que no era muy lejos, por más que haya ido encapuchado.

 

Sr. Fiscal: ¿Usted puede precisar qué tiempo transcurrió desde que usted escucha que los autos se van trasladando a su marido, hasta que se produce el primer llamado?

 

Sra. Montollo: Más de una hora, como dos horas, porque yo con esa persona que no me dejaba ir de mi casa estuve un buen rato, después hablé con mi vecina, cambié a la nena, me fui lo más rápido posible, pero no inmediatamente que se fue este hombre, viajé de ese domicilio hasta mi casa y apenas yo llegué se había producido ese llamado, porque se cruza con mi papá que me está yendo a buscar cuando yo me voy a la casa de mis padres, más de una hora.

 

Sr. Juez: Muchas gracias, señora Morollo, puede retirarse. Le van a entregar oportunamente las copias de las constancias.